Hace poco más de un mes que regresé de la Patagonia. Durante este tiempo he evaluado con orgullo y admiración las 88 tareas entregadas por los 90 profesores matriculados en el curso de Prácticas innovadoras para la docencia que tuve la suerte de facilitar en las ciudades de Comodoro Rivadavia, Esquel y Puerto Madryn (Chubut, Argentina).
En esta formación docente o capacitación como dicen por allá, profesores de ciencias naturales de primaria, secundaria y universidad, se reunieron durante 3 días intensos para descubrir y aprender los fundamentos pedagógicos y las herramientas necesarias para utilizar el aula invertida, el aprendizaje cooperativo y el aprendizaje híbrido, como metodologías de aprendizaje activo en su actividad docente. El curso se realizó en un formato híbrido por lo que la interacción con los docentes comenzó un mes antes de mi llegada a Argentina y continua en estos momentos.
Yo solo creo en el aprendizaje desde la acción, por lo que enseño innovación a los profesores como fisiología a mis estudiantes de grado. Así pues, en Patagonia, donde como me confesaron después, esperaban a una experta española dispuesta a darles largas charlas teóricas, se encontraron de pronto cambiando las sillas de sitio varias veces al día, compartiendo lecturas y discusiones con diferentes compañeros, jugando, exponiendo, compartiendo dentro y fuera del aula, y descubriendo diferentes recursos digitales y analógicos que utilizar a su quehacer diario. Y vaya si lo utilizaron… no fueron pocos los que me dijeron antes de acabar el curso que ya estaban probando algunas cosas con sus estudiantes.
En Argentina corroboré que independientemente del país, los recursos, el nivel educativo o el modelo de cada institución, los docentes compartimos la mayoría de las inquietudes y preocupaciones, y que una de las cosas más importantes para asegurar el aprendizaje de quienes se ponen en nuestras manos es nuestra actitud (y no digo la más porque tendría que reflexionarlo un poco más). Y esa actitud, capaz de encender la chispa del que aprende, se enseña con el ejemplo no con palabras, se enseña poniéndose en juego, incomodando incluso, exponiéndose y entregándose.
Leyendo las propuestas de los docentes argentinos me los imaginaba dentro del aula con esa actitud, y a pesar de los retoques y puntos de mejora que todos tenemos que hacer siempre, no me cabe duda de que cada uno de ellos seguirá andando con pies firmes el camino de la innovación.
El 14 de febrero de este año, una profesora argentina con mi mismo nombre y asignatura me escribía por Telegram para proponerme algo que impactaría en mi vida para siempre. La profesora de fisiología en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco Noelia Nickels, me había conocido en el taller de enseñanza híbrida que me propuso impartir la Sociedad Argentina de Fisiología durante la docencia en confinamiento. Noelia se vio reflejada en mi forma de enseñar y transmitir mi experiencia y pensó que venir a España conmigo la reafirmaría en su práctica docente. Y yo, que soy de subirme a los trenes en marcha, no solo acepté su propuesta de hacer una estancia docente conmigo si no que le propuse irme a su Universidad a encender en otros docentes la chispa de la innovación y la transformación de la educación. Noelia Nickels con la ayuda Vanesa Álvarez y alguna otra compañera, organizaron, sin departamento de formación ni experiencia previa, el curso que me llevaría a recorrer esta maravillosa región de Argentina. Ellas ya tenían esa actitud necesaria para transformar la educación.
Dicen que una nunca es profeta en su tierra. Para mí, el tiempo compartido con todos estos docentes argentinos, la comunidad tan maravillosa que hemos formado, todo el “feedback” recibido, han sido el revulsivo que necesitaba para seguir peleando por lo que creo.
Me equivocaré una y mil veces, me seguiré sintiendo de vez en cuando una impostora en un mundo de educadores, pero seguiré aprendiendo y enseñando desde esa actitud de innovadora empedernida.
Llega septiembre y con él las fiestas de Pozuelo, la elección de gimnasio y la lluvia de ideas para el primer día de clase. ¿Ideas? Porque le habrás dado ya una vuelta a qué vas a hacer los primeros días de curso, ¿verdad?
Sea cual sea tu repuesta, no te preocupes, tenemos la inspiración en casa y nuestra propuesta de actividades para estos días es ya un clásico.
¡Dentro lista!
Seguro que has oído a Leire Nuere y Claudia Martín, de la Unidad Online UFV, hablar del learner persona. Un learner persona es un personaje ficticio que refleja las características más representativas de un alumno tipo de tu curso, y que te permitirá conocer mejor a tu alumnado. Aprovecha este primer día de clase para ir creando tu learner persona, observando o preguntando a tus estudiantes a través de las actividades que te proponemos.
NOS CONOCEMOS
1.Reparte pegatinas con nombres y significados (pueden estar relacionados con conocimientos previos de la asignatura) y pídeles que encuentren y se sienten con su pareja.
Cada pareja deberá contestar a tres preguntas. Por ejemplo: ¿cuál es el sitio más surrealista donde has acabado tras una fiesta? ¿Prácticas algún deporte minoritario? Si fueses un animal, ¿cuál serías?
Después, cada persona presenta a su compañero al resto al grupo, dando la respuesta de una de las preguntas, la que él elija, la que le resulte más curiosa, más divertida o interesante.
2.¿Has pensado alguna vez hacer una presentación atractiva con un Genially o Canva para contarles a tus alumnos quién eres? Puedes incluir tus logros académicos, aficiones o aspectos curiosos sobre ti. Esto ayudará a empatizar con ellos. Pídeles que diseñen una ficha similar y se presenten con ella.
3.Reparte una tabla para que rellenen sin repetir nombre. Cada cuadro de la tabla debe llevar un título tipo: «soy más de monte que de mar», «soy más de Rosalía que de Shakira», «soy más de Disney que de Marvel», etc. Puedes hacer una tabla nueva o utilizar la tabla que hemos preparado desde el Instituto de Innovación.
Moviéndose por el aula, los alumnos deben ir rellenando la tabla sin repetir ningún nombre. Al acabar, comentamos quién aparece en cada casilla. Deja una casilla que solo puedan rellenar con tu nombre, para que también conozcan algo de ti.
4.Deja que te presenten tus alumnos. Dales tu nombre y pídeles que investiguen sobre ti en Internet. Pasados 10 minutos, pide a varios de ellos que te presenten.
Además de mostrarles un uso responsable de Internet, harán contigo algo que, igualmente, iban a hacer cuando terminara tu clase.
5.Si son de primero y no se conocen, puedes hacer un juego-dinámica para facilitarles la labor de aprenderse ellos nombres:
Jugar a piedra, papel o tijera con alguna modificación: cuando uno pierde, se pone detrás del compañero que le ha ganado y, mientras éste compite con otro ganador, el que ha perdido le intenta distraer anima desde detrás repitiendo su nombre. Así se nos van quedando los nombres del grupo.
Necesitas varias pelotas hinchables de playa con preguntas escritas en cada “gajo”. En grupos de cinco o seis, cada grupo con una pelota, lanzan la pelota y quien la coja debe decir su nombre y contestar a la primera pregunta que le salga. Esto también se puede hacer con todo el grupo y un solo balón. O el que coge la pelota elige la pregunta y todo el grupo debe contestarla.
¡No tengas miedo a jugar! Ni van a perderte el respeto por ello ni el interés por tu asignatura, ¡todo lo contrario! Además, jugar ayuda a rebajar el estrés, a hacer equipo, a despertarles el interés y a transmitir que aprender también es divertido.
2.Preparar una gymkana por el campus haciendo actividades o resolviendo enigmas con los contenidos base de tu asignatura.
3.Prepara un cuestionario en Wooclap. Si tienes dudas sobre cómo hacerlo, te invitamos a leer el artículo Wooclap para clases interactivas y participativas, escrito por nuestra compañera Alba Balaguer, o acceder a la oferta formativa de este mes, donde encontrarás un curso específico sobre Wooclap.
LIDERAZGO
Coloca a los alumnos al azar en grupos de 4. Esta dinámica consiste en ordenar veinte utensilios que llevarías para sobrevivir en los Andes tras un accidente de avión en pleno invierno.
Reparte la tabla de supervivencia y pídeles que la rellenen, primero de manera individual y después en grupo. Una vez les muestres la respuesta correcta podrán reflexionar sobre si el resultado ha sido más acertado de forma individual o en equipo
Observa atentamente mientras hacen la actividad, ya que te dará muchas pistas para conocer el tipo de liderazgo o papel que adopta cada uno dentro del grupo.
PAREJAS
Puedes aprovechar estos días para hacer las parejas de trabajo para el resto del año. Una técnica ideal para hacer parejas heterogéneas y variadas es el Reloj de Citas.
El reloj de citas es una dinámica para generar parejas diferentes para actividades de clase durante todo el curso. Repartimos la plantilla a cada alumno y les pedimos que rellenen los huecos poniendo en cada hora el nombre de un compañero con el que se pongan de acuerdo. Es decir, a las 12 escriben el nombre de un compañero que aún no haya rellenado ese hueco, y ese compañero el suyo. Así hasta completar todas las horas. Para empezar a rellenar podemos darles una consigna, por ejemplo, “Escribe a la 1 el nombre de un compañero que haya nacido el mismo mes que tú”, así no empezarán directamente poniendo el nombre de un amigo, y nos aseguramos de que las parejas son heterogéneas.
A partir de ahí, el resto de las horas se rellenan poniéndose de acuerdo con diferentes personas de la clase.
El día que lo hacen debes dedicar un ratito a que completen el reloj y se hace algo de alboroto en clase, pero merece la pena, porque tendrán 12 parejas diferentes con las que trabajar el resto del curso.
El día que decidas hacer una actividad por parejas no tienes más que decir: “hoy vais a trabajar con vuestra cita de las 3”. Y ya tienes las parejas hechas.
ORGANIZACIÓN
1.Crea grupo de Telegram o WhatsApp con tus alumnos para poder comunicaros entre vosotros. Adaptarse a sus formas de comunicación te permitirá acercarte a ellos y que te vean más accesible.
2.¿Qué te parece si dedicas el primer día de clase para redactar entre todos un contrato de comportamiento? Este tipo de actividad permite que los alumnos interioricen lo que esperas de ellos, sin diluir la responsabilidad frente a su aprendizaje.
3.Existen herramientas, como Miro, que te permiten hacer útiles muros colaborativos. Para estos primeros días de curso, podéis hacer un listado de qué esperan de la asignatura, e ir revisándolo cada cierto tiempo.
Terminado el curso, empezamos a programar el siguiente. Todos tenemos en la cabeza las cosas que han ido bien y las que necesitamos repensar, pero quizás no siempre tengamos el tiempo o los recursos necesarios para diseñar nuestra docencia de la manera más óptima.
Con este vídeo pretendemos dejaros 5 tips, para una programación docente, que consideramos pueden ayudarte a hacer una docencia eficiente y viable. Estas tips son…
Diseña las tareas o trabajos que pedirás a tus estudiantes en función del objetivo docente o del resultado de aprendizaje que deseas conseguir. Sé que todos estáis motivados por innovar y hacer aprendizaje activo en las aulas, pero ojo, lo que hagáis debe responder a una necesidad que a través de ese trabajo pretendes resolver, no debe hacerse para justificar que hago algo más que la clase magistral. Es decir, debes asegurarte que a través de esa actividad el estudiante adquiere una serie de aprendizajes de contenidos o competencias que no podría conseguir con esa clase magistral. Si quieres diseñar un aprendizaje activo, recuerda que hay más cosas a parte del típico trabajo en equipo. Debates, estudio de casos, role playing, aprendizaje basado en problemas, aprendizaje por pares, ejercicios, lectura de artículos, gamificación, … son algunas de las metodologías que puedes emplear para colocar al alumno como protagonista de su aprendizaje. Y si les pides un trabajo, estupendo!, solo que debemos tener claro que resultados de aprendizaje pretendo cubrir a través del mismo.
Evalúa más… califica menos. Lo sé, en los últimos cursos os habéis concienciado sobre el poder de la evaluación formativa para el aprendizaje y como profes responsables os pusisteis a ello y casi morimos en el intento. Excells enooormes llenos de puntuaciones que os quitan mucho tiempo y que hacen que al final, cada actividad pese poco en la calificación global del estudiante. Por no hablar de los cientos de horas dedicados a corregir… Esto es inviable con el número de alumnos que tenemos ¿entonces?… Una primera respuesta a este problema es que evaluar no es lo mismo que calificar, y que no todo lo que evaluamos debe ser puntuado. Evaluar implica hacer consciente al estudiante de lo que ha aprendido y de lo que le falta por aprender, de sus fortalezas y sus debilidades, y sobre todo debe permitirle tomar decisiones al respecto. Por eso, la evaluación solo es formativa, es decir, ayuda a aprender, si se realiza durante todo el proceso y no solo al final, donde ya pocas decisiones podrá tomar. Para eso no hace falta poner una nota, ni siquiera leerse el trabajo de cada uno de tus tropecientos alumnos cada semana. Se puede hacer evaluación compartiendo la tarea mejor resuelta por un alumno, o la resuelta por el profesor, utilizando las herramientas de evaluación por pares, o dejando un feedback explicativo en las respuestas de los cuestionarios, con una rúbrica detallada o con un vídeo donde expliques los fallos más comunes. Puedes calificar por el camino, de hecho, esas calificaciones intermedias seguro que ayudan a afianzar el compromiso de los alumnos con menor capacidad de autorregulación; Solo digo que repartas esfuerzos y selecciones qué calificas y qué no.
Siguiendo con la evaluación, las correcciones que hagas de las tareas que pides a tus estudiantes deben ser rápidas, si no, ahórrate el trabajazo. Seguro que tus estudiantes aprenden mucho mientras hacen la tarea pero si no conocen sus resultados a tiempo, pues ya lo hemos dicho, no pueden tomar decisiones de cara a mejorar o reforzar aprendizajes. A todos nos ha pasado esto y nos ha frustrado por igual… por eso te pido que lo tengas en cuanta a la hora de programar… Si necesitas dar feedback individual busca la mejor forma de hacer, quizás con un audio… y en qué momento vas a tener que hacerlo… mira tu agenda y, de verdad, por muy guay que sea la tarea que les pides, si no vas a poder devolver la revisión en un plazo de 1 o 2 semanas, no lo pidas. O busca otras formas de darles ese feedback…
Y para acabar con la evaluación… 4º consejo… no califiques algo que no has trabajado, enseñado o evaluado a lo largo del curso. Un ejemplo, sencillo… todos hemos calificado exposiciones a final de curso y hemos puntuado un ítem sobre la expresión oral de nuestros alumnos. Pero, muchos no nos hemos tomado tiempo para enseñarles a hacer exposiciones orales… Entonces? ¿Puedo realmente penalizar a un estudiante con problemas para hablar en público si no le he dado la oportunidad de practicar y mejorar? Es una competencia que deben aprender, y al menos en 4º ya deben tenerla…, pero qué pasa cuando calificamos esto en 1º… Quizás solo con que cada día pidas a un par de alumnos que expliquen un concepto o resuman la clase anterior, ya tengas la oportunidad de ir evaluando esa competencia y te ganes por tanto el derecho a calificarla al final. Lo mismo podría pasar cuando calificamos la capacidad de trabajar en equipo, la expresión escrita, la forma en la que montan un vídeo o la resolución de un caso… En mi opinión, esto se puede hacer si dedicas tiempo en clase para trabajar esas competencias… pero si no, no las califiques. Es decir, calificas aquello que has enseñado en tu aula, aquello que han aprendido contigo o algo que te asegures han aprendido durante su grado.
Y, por último, pero no menos importante… Realiza un cronograma detallado de todo el curso con las tareas que vas a proponer, teniendo en cuenta el tiempo de trabajo autónomo de tu estudiante para su realización y para el estudio. Nuestros esfuerzos por promover un aprendizaje activo han promovido, con frecuencia, las quejas de los alumnos por la sobrecarga de trabajo. 6 ECTS son 90 horas de trabajo autónomo, en 14 semanas lectivas que tiene un semestre serían 6,4h /semana. No digo que tengamos que rellenarles 6 horas semanales de cada asignatura, y menos en estudiantes que tienen clases y prácticas de laboratorio casi cada día… Podemos establecer unos mínimos, por ejemplo, y que cada profesor tenga en cuenta que debe mandar tarea que implique un tiempo de estudio del alumno de 2h. Además, piensa en el tipo de tarea que les pides… no es lo mismo pedirles una tarea semanal que ya conlleve el estudio de la materia, por ejemplo, el visionado y estudio de un vídeo, que una tarea para la realización de un trabajo al margen del contenido que deben estudiarse además… (tarea-estudio vs tarea + estudio). En ese caso, habrá que tener cuento que la realización de la tarea “extra” debe dejarles tiempo también para el estudio continuo… En el caso de que les pidas estudiar un vídeo, debería ser de unos 15 minutos máximo, pues les llevará entre 90 y 120 minutos para estudiarlo, en función de la complejidad… Si es un texto, se calcula que se emplea 1 minuto para cada 200 palabras… Y otra cosa… toda la innovación que hagas no tiene por qué hacerse fuera de aula. Todo lo contrario, haz todo lo posible para realizar esas tareas en el aula, de forma que puedas acompañar a tus alumnos en el proceso, y de paso, te ayudará a convertir la clase presencial en un momento insustituible por ninguna clase virtual o grabación.
Una vez tengas tu programación, sería estupendo que la pusieses en común con los profesores del mismo semestre para asegurar una distribución equilibrada de trabajo. Calcular las dedicaciones de forma que cada día puedan dedicar ese tiempo de trabajo autónoma, esas 2h de mínimos por ejemplo, a una asignatura…
Ya que lo has hecho, comparte con tus estudiantes tu cronograma, les ayudará a autorregularse y evitarás muchas quejas.
Y eso es todo amigos… gracias por llegar hasta aquí. Nos encantaría conocer tu opinión al respecto así que deja tus comentarios debajo. Ah, y no dejes de subscribirte a nuestro canal InnovaciónUFV.
Se ha escrito mucho sobre Flipped Classroom (FC) o clase invertida. Probablemente estaría entre el top 3 de las que nombrarías si Mayra Gómez Kent preguntase por metodologías educativas innovadoras en una nueva edición del Un, Dos, Tres. Pero como todo lo que es muy conocido, o se cree conocer, es una metodología llena de falsas creencias y errores de concepto.
“Tú haces Flipped porque te gusta salir en vídeos”, “Les he metido varios vídeos porque no me da tiempo a explicar todo”, “Yo no tengo tiempo para esas cosas porque mi asignatura tiene mucho contenido”, y mis favoritas “por culpa de tu FC los estudiantes han suspendido mi asignatura” o “sería inviable que todos los profes hiciésemos FC”, son algunas de las frases que he escuchado como docente que flipea toda su asignatura.
Empecé a hacer Flipped Classroom, clase invertida, sin saber que lo estaba haciendo. Y empecé haciéndolo mal, muy mal. Por eso, cuando hablo sobre FC lo hago desde la experiencia recorrida, más que desde las formaciones que he recibido. Vídeos largos y antididácticos, alumnos que no veían el contenido, yo repitiendo ese contenido de nuevo en clase, clases para ampliar contenido y no para reforzar lo estudiado de forma autónoma, alumnos descontentos por hacerles trabajar fuera de clase, … Pues eso, que me falló todo lo que puede fallar en el FC.
A día de hoy, tras 14 años enseñando en la Universidad, con grupos grandes, alumnos de diferentes perfiles y cursos, en asignaturas teóricas o prácticas, sé que LA CLASE INVERTIDA FUNCIONA. Y lo escribo así, en mayúsculas, porque estoy tan convencida que retaría a flipear la clase de cualquiera que me pidiese ayuda.
FC no es grabar vídeos, no es ampliar temario, no depende del tipo de alumno… FC es CONFIAR en el estudiante vertiendo en él la responsabilidad de la mitad del proceso, y DISEÑAR tu enseñanza de forma que posibilites el APRENDIZAJE PROFUNDO. Porque aprendemos lo que vemos y oímos, pero recordamos lo que pensamos, aplicamos, enseñamos y creamos. Así que la clave del FC no es el vídeo o el texto que compartes, si no lo que haces en el espacio presencial aprovechando el tiempo disponible que te deja el trabajo autónomo realizado.
Los que ya hacíamos Flipped Classroom antes de la pandemia, tuvimos menos problemas para continuar con nuestra docencia en los diferentes contextos en lo que nos ha hecho trabajar el COVID estos 2 años. Pero es que, ahora que sabemos que se puede seguir una clase desde casa, es cuando se ha puesto en evidencia que una clase presencial debe ser insustituible por una clase grabada. Porque sinceramente, si vamos a dar charlas unidireccionales el planeta agradecería que nos quedásemos todos en casa.
Así que, mis estudiantes estudian gran parte del contenido esencial de la materia en su tiempo autónomo, y lo APRENDEN REALMENTE cuando en clase, con mi ayuda y la de sus compañeros, se enfrentan a resolver problemas retadores, a relacionar y aplicar esos conocimientos.
En todos estos años poniendo a punto el Flipped Classroom, ni he reducido materia, ni he tenido que bajar el nivel de exigencia, sino todo lo contrario. Mis estudiantes de hace unos años no hubieran aprobado los exámenes que pongo en la actualidad, sin embargo, es ahora cuando tengo un elevado porcentaje de éxito en resultados de aprendizaje.
No es magia, es creer, aprender, y trabajar, trabajar mucho. Si quieres saber los cómo, y conocer recursos para llevarlo a cabo, no te pierdas nuestro monográfico de innovación acerca de esta metodología.
Hace un par de años decidí no seguir incluyendo el típico trabajo grupal en mi asignatura. Me frustraba comprobar que ese trabajo se alejaba de ser la herramienta de Aprendizaje Cooperativo (AC) con la que deseaba facilitar y fortalecer la adquisición de conocimientos, mejorar habilidades digitales, de indagación y de comunicación, o promover capacidades de autogestión, escucha, o resolución de conflictos. Más que eso, era una carga injusta para los alumnos que no conseguían trabajar de forma equitativa y para mí que me sobrecargaba de tutorías y acababa con unos excells inmanejables, dónde cada pequeño ítem se convertía en algo insignificante en el maremágnum de ítems calificables.
Paradójicamente, en estos años sin trabajos de grupo puedo decir que he empleado el AC en mis clases más que nunca. El uso de diálogos enfocados en parejas en las clases expositivas, de dinámicas clásicas del cooperativo como el Jigsaw o el 1,2,4, e incluso el uso de herramientas de evaluación por pares, han acercado más mi docencia a un aula donde los estudiantes aprenden unos de otros.
Durante mi etapa universitaria, en los 90, realicé muy pocos trabajos en grupo. Sin embargo, cuando hace 14 años comencé a dar clases y escuché hablar por primera vez de las competencias del plan Bolonia, lo primero que se me ocurrió para “enseñar” esas competencias fue incluir un trabajo en grupo. En esos momentos no tenía referentes que empleasen otro tipo de actividades o metodología, y me centraba más en controlar los contenidos de mi asignatura que en formarme en pedagogía.
Pero no fue, quizás, hasta que volví a ponerme del lado del aprendiz siendo estudiante de máster, cuando comprobé el efecto negativo que podía tener sobre el aprendizaje un trabajo de grupo mal diseñado. Las desigualdades de motivación, de conocimientos previos, de capacidades y actitudes existentes en cualquier grupo (de estudiantes o de profesionales, personas, al fin y al cabo) tienden a debilitar al grupo o a sobrecargar a unos pocos que asumen el trabajo como propio para no salir perjudicados. Ver reflejada mi angustia en mis estudiantes me ayudó a ser consecuente y eliminar dichos trabajos. Qué ¡ojo! retomaré en cuanto tenga el tiempo y los recursos necesarios para asegurar que esa tarea se convierte en una verdadera actividad cooperativa, con todas las fortalezas que ello implica.
Una vez aceptada la realidad, me formé en AC siguiendo cursos especializados, y desde entonces lo aplico y evalúo cada curso. Y, aun así, sigo sin sentirme con la capacidad necesaria para organizar grandes trabajos en grupos cooperativos con mis algo más de 200 estudiantes de grado. ¡Difícil y utópica tarea!. Sin embargo, en una sociedad donde los empleadores comienzan a seleccionar a su personal en función de sus habilidades más que de sus títulos, cualquier metodología que favorezca el crecimiento competencial del estudiante debe ser explotada.
¿Te ha sucedido algo parecido? ¿te preocupa hacer una docencia más inclusiva? ¿te interesa explorar la forma en la que aprenden tus alumnos? Si las respuestas son sí, te recomiendo acceder a los contenidos del monográfico que hemos preparado sobre AC. En él encontrarás webinars para conocer las claves metodológicas, recursos digitales y analógicos para diseñar tus clases de cooperativo, referentes de los que aprender y bibliografía específica. Además, estrenamos nuestro podcast “monográficos educativos” conversando con dos profesoras que utilizan sin miedo y con muy buenos resultados el AC en sus aulas universitarias. No puedes dejar de escucharlas porque dan claves sencillas y realizables que te serán de gran ayuda.
¡Y seamos sinceros! cómo nos dice Laura Martín en el podcast, la mayoría de los trabajos que pedimos a nuestros alumnos no son de grupo si no de grapa, ya que cada uno hace una parte y se “grapan” todas al acabar. Pero no pasa nada si esto es así, pues en realidad ya estás más cerca de hacer un verdadero AC. Con algunas claves y aprovechando las herramientas que te sugerimos vas a conseguir que tus grupos seas verdaderos equipos cooperativos.
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