Agile Learning. Metodología de Innovación docente aplicada en el ámbito universitario

Agile Learning. Metodología de Innovación docente aplicada en el ámbito universitario

El pasado miércoles 27 de febrero, tuvo lugar el primer Café Pedagógico organizado por el Instituto de Innovación. Este evento, que se repetirá el último miércoles de cada mes, será un momento de encuentro entre profesores con inquietudes pedagógicas en el que reflexionar y debatir, entorno a un café, sobre las diferentes metodologías docentes.

En el primer Café Pedagógico, la metodología a escudriñar fue Agile Learning y el experto que nos acompañó en el debate,José Manuel Sánchez Galán, profesor de CAFyD en la Universidad Francisco de Vitoria, con una experiencia docente en todos los niveles educativos de más de 10 años. José Manuel, pertenece a la asociación Origami, la cual apuesta por una educación e innovación basada en la responsabilidad socioambiental, y comparte su experiencia y actividad docente en su blog sobre Actualidad Pedagógica y canal de YouTube.

Agile Learning

Agile Learning, es una metodología que trata de dividir el todo en pequeñas partes, buscando un aprendizaje experiencial, abierto y aplicado. Busca que cada alumno logre su máximo potencial aumentando su confianza y su autonomía en un entorno de aprendizaje enriquecido con tecnologías acordes al constante cambio.

Tablero Kanban agile learning
Tablero Kanban

Según la guía sobre la Metodología Ágil los principios de esta metodología son: 1) aprender haciendo equipo; 2) definir la misión e identificar los temas de mayor valor; 3) validación rápida; 4) dar visibilidad y transparencia a la evolución del aprendizaje; 5) mantener un ritmo de trabajo y un feedback constante; y 6) la adaptación. Asimismo, los beneficios más significativos de esta metodología son:

Una clase con aprendizaje ágil, se inicia utilizando Post-it en los que los alumnos comparten sus intenciones y ofrecimientos sobre un tablero KANBAN. Este tablero es una herramienta para visualizar el flujo del trabajo, donde cada columna visualiza un paso del proceso (intenciones, organización de la clase, tarea realizadas, tareas pendientes). Esta gestión del tiempo en el aula mediante el tablero KANBAN facilita la visualización de los objetivos alcanzados y agiliza la toma de decisiones sobre las actividades que se han realizado y se van a realizar, haciendo la clase más democrática y participativa.

Una de las mejores aplicaciones de la Metodología Ágil es su uso para gestionar los trabajos en equipo. En ese caso, el conocimiento es autogestionado por los alumnos, quienes toman todas las decisiones: diseño de sus propias tareas, elección de las partes del proyecto, lo que se incluye en cada tarea, en cada entrega, en qué fechas… El profesor les va corrigiendo a medida que van dando pasos, promoviendo los cambios sobre la marcha y evitando tener que cambiar partes de un trabajo ya terminado. Para estos trabajos en equipo, José Manuel nos recomienda la plataforma Trello, que abre las puertas a la autonomía y la responsabilidad del alumnado.

Además, José Manuel compartió con los asistentes al café la estrategia que utiliza para resolver problemas en el aula. Para ello utiliza una versión del Kanban que llama “Tablero de Maestría comunitaria” y que consta de cuatro pasos: en el primero se ponen las cosas, los actos o las actitudes, que generan algún tipo de conflicto en el aula, por ejemplo, los alumnos que llegan tarde e interrumpen el ritmo de la case; en el segundo se van añadiendo las propuestas de cambio o mejora y toda la clase consensua el cambio que se va a llevar a cabo, por ejemplo, el que llegue tarde tiene que hacer una danza…; en el tercero se analizan dichas propuestas; y en el cuarto se ponen aquellas propuestas que han funcionado para implantarlas como norma en el aula.

Los profesores que asistieron al Café, procedentes de diferentes grados y de enseñanzas no regladas, compartieron sus dudas e inquietudes y pidieron consejos sobre la posible implantación de esta metodología en sus aulas: número de alumnos, material necesario, dificultades en el cambio de las dinámicas de grupo… José Manuel Sánchez Galán, incidió en la importancia de tener creado suficiente material docente como para poder adaptarse a las peticiones de los alumnos. Además, nos ayudó a descubrir en esta metodología, no solo una forma de facilitar el aprendizaje de contenidos, sino, sobre todo, una herramienta con la que explotar el máximo potencial de los estudiantes, con la que resolver problemas de comportamiento o motivación la que enseñar y con la que evaluar competencias.

José Manuel Sánchez Galán

José Manuel Sánchez Galán

Como conclusión a este café Pedagógico, quienes han utilizado esta metodología argumentan que el aprendizaje es más significativo y abierto, y que el trabajo en equipo desarrolla el diálogo, la argumentación y el pensamiento crítico. Además, los alumnos aprenden a resolver problemas y a reflexionar con el objetivo de la continua mejora en sus habilidades y capacidades. Como ya hemos dicho, la metodología Agile Learning busca que cada alumno logre su máximo potencial aumentando su confianza y su autonomía en un entorno de aprendizaje colaborativo enriquecido con herramientas digitales en concordancia con los avances tecnológicos.


 José Manuel Sánchez Galán

Evaluar en tiempos de confinamiento

Evaluar en tiempos de confinamiento

El pasado día 22 de abril, tuvimos el placer de conversar sobre evaluación en tiempos de confinamiento con Carlos Magro, vicepresidente de la Asociación Educación Abierta e investigador colaborador en proyectos transformadores en el ámbito de la educación.

La charla, “Evaluar en tiempos de confinamiento” con Carlos giró entorno a tres ejes: el proceso de la evaluación en educación en general y en el entorno universitario en particular, lo efectos de la situación actual sobre el sistema educativo y las recomendaciones para llevar a cabo la evaluación no presencial.

evaluar en tiempos de confinamiento

Para enfrentarnos a esta nueva situación en la que nos ha colocado la Pandemia, lo primero que nos propone Carlos es repensar por completo nuestra práctica.

Vivimos en una sociedad que valora mucho lo competitivo y lo acreditativo, que se ha construido, como decía Hanson hace más de 20 años, sobre la capacidad de respuesta a los test. En la Universidad, dado su elevado componente de certificación, esta clasificación o selección para el mercado laboral se lleva a extremos, y es en momentos como el actual en los que se hace más evidente la necesidad de replantearnos este sistema. Porque ¿es realmente el estudiante mejor preparado para superar los test el que más ha aprendido, el mejor preparado?

En la situación de incertidumbre que nos ha traído esta pandemia debemos plantearnos preguntas muy básicas y nada nuevas: ¿Es evaluar un proceso objetivo o cada vez que evaluamos estamos asumiendo unos valores determinados? ¿Somos conscientes del valor de la evaluación? ¿Somos conscientes de sus consecuencias pretendidas y de cómo condiciona cualquier evaluación al proceso de enseñanza/aprendizaje?

La respuesta de Carlos es clara, evaluar no es un proceso técnico, sino un proceso cargado de valores, un proceso ético. Porque por muy objetiva que queramos hacerla, la evaluación nunca es neutra pues está condicionada por condicionamientos sociales, nuestros valores y por la trayectoria de vida de docentes y estudiantes. 

Paradójicamente, la evaluación ha quedado fuera en la mayoría de los procesos de mejora e innovación educativa de los últimos años. Hemos innovado en metodologías, en herramientas, en escenarios de aprendizaje, pero seguimos evaluando igual, por lo tanto, no hemos cambiado nada. Miguel Ángel Santos señalaba hace más de 20 años que “aunque la finalidad de la enseñanza es que los alumnos aprendan, la dinámica de las instituciones hace que la evaluación se convierta en una estrategia para que los alumnos aprueben” (Santos Guerra, 20 paradojas de la evaluación del alumnado en la Universidad Española. 1999). Y es que, si la evaluación focaliza su interés en los resultados, estos podrán mejorar sin que lo haga necesariamente el aprendizaje (Gordon Stobart, Tiempo de Pruebas. 2010).

La evaluación, por tanto, no debe considerarse un proceso aislado posterior a la enseñanza. Para Carlos Magro, enseñanza y evaluación son lo mismo, entre ambas hay una correlación absoluta. Nuestra manera de evaluar determina la forma de aprender de nuestros estudiantes. La evaluación condiciona el qué y el cómo aprenden. Y es que el propósito más importante de la evaluación no es demostrar, sino perfeccionar (Sttufflebeam y Shinkfield, Evaluación sistémica. guía teórica y práctica. E. Paidos, 1987). Un buen sistema de evaluación es aquel del que el estudiante no puede escapar sin haber aprendido (Elena Cano, Aprobar o aprender. Estrategias de la evaluación en la sociedad en red. 2012).

Probablemente la manera más sencilla que tenemos de saber qué tipo de educación ejercemos es saber qué tipo de evaluación hacemos. La evaluación pone de manifiesto todas nuestras concepciones docentes sobre el sentido de la Universidad, la naturaleza del proceso de enseñanza, nuestro papel como docentes, la relación profesor/alumnos… Precisamente, una investigación dirigida por Fernando Trujillo durante el confinamiento ha demostrado que las concepciones que tienen los docentes influyen mucho en la forma en la que piensan cerrar y evaluar este curso. Se podría decir por tanto “Dime cómo evalúas y te diré qué tipo de profesor eres”.

En palabras de Carlos esta pandemia está siendo el espejo de las costuras rotas de nuestro sistema, ha destapado las cosas que no dan más de sí de nuestras prácticas, evidencias que, si bien muchos tenían claras, la situación actual coloca en el extremo ante las decisiones que debemos que tomar. Por ejemplo, en la Universidad ¿estamos fomentando aprendizaje o estamos forzando la parte más certificadora?

Por otro lado, esta situación ha puesto de manifiesto la gran brecha que hay en ocasiones entre la administración y la realidad de estudiantes y profesores. Situaciones como la diversidad y la desigualdad presente en nuestras aulas requieren ahora mayor atención.

¿Qué hacemos entonces para cerrar el curso?,¿Cómo evaluamos?

Es obvio que no existe una solución universal para el diseño de un procedimiento de evaluación no presencial, pero Carlos nos insta a cuestionar los procedimientos y herramientas. No se trata de trasladar la evaluación que hacíamos en presencial al remoto. Y tampoco debemos obsesionarnos solo con la vigilancia del examen. Si nuestro paradigma es la vigilancia y el control, nuestros estudiantes encontrarán maneras para hackaerlos, pues la tecnología no es robusta. Si andamos el camino de la vigilancia y el control nos pueden responder por el otro lado con los mismos mecanismos de tecnología para escapar a las mismas. Así que nuestros esfuerzos, nuestras energías, deben focalizarse en el qué y cómo evaluar, más que en esa vigilancia.

En base al “Informe sobre procedimiento de evaluación no presencial. Estudio de implantación en las Universidades españolas y Recomendaciones” (CRUE, 16/4/2020), informe que ha utilizado la propia UFV para realizar su guía de evaluación, las recomendaciones que nos hace Carlos para afrontar la evaluación en remoto son las siguientes:

  • Ser flexible a la hora de preparar la evaluación.
  • Tener en cuenta aspectos metodológicos, pedagógicos, normativos, de protección de datos, tecnologías, brechas y desigualdades digitales…
  • Tener en cuenta que un modelo de evaluación no presencial no es lo mismo para cada asignatura y para los diferentes cursos. Revisar el sistema de evaluación de cada asignatura, especificar los cambios introducidos e informar a los alumnos de los mismos.
  • No complicarnos la vida con la tecnología. No usar tecnologías no probadas anteriormente.
  • Diversificar los medios de evaluación, dando más peso a la evaluación continua, si la hubiese.
  • Complementar la evaluación con escenarios síncronos y asíncronos.
  • Distribuir el peso de manera que la evaluación sea integral, evitando acudir a una única prueba final.
  • Evaluar sobre la base de una rúbrica con criterios de corrección precisos.
  • Incluir en las pruebas de evaluación alguna retroalimentación, supervisión y/o seguimiento.

Noelia Valle (Apuntes recogidos con las palabras de Carlos durante su charla)