Tras un curso diferente, el equipo del Instituto de Innovación, de la Universidad Francisco de Vitoria, ha preparado un kit de recomendaciones innovadoras para desconectar y disfrutar este verano.
El Instituto de Innovación cierra el curso organizando un webinar sobre Comunidades de Aprendizaje de la mano de Fernando Santamaría, experto en entornos virtuales de aprendizaje.
En la UFV llevamos tiempo trabajando en comunidades, aunque la mayoría de ellas nacieron de manera espontánea por parte de nuestros profesores, con una clara inquietud hacia la innovación docente. Desde el Vicerrectorado de Innovación y Emprendimiento quisimos reconocer, registrar y acreditar estas Comunidades para la Innovación en el Aprendizaje, que surgieron al sistematizar los «encuentros de pasillo». Esta formación, y otras iniciativas relacionadas que os iremos contando a partir de septiembre, surge del deseo de acompañaros en este proceso de creación e implementación formal de Comunidades para la Innovación en el Aprendizaje.
Fernando comienza haciendo un repaso por lo que son las comunidades de práctica, ya que, como nos aclara, son la base contemporánea del concepto comunidades de aprendizaje.
Una Comunidad de aprendizaje se sostiene sobre cuatro pilares:
El sentido de pertenencia al grupo, para impulsar la lealtad y el deseo de seguir aportando.
La actuación activa, de manera que lo que uno hace afecte a la comunidad.
La oportunidad de satisfacer necesidades individuales ya sea a la hora de expresar opiniones personales, o pedir ayuda, obtener una información específica, etc.
Crear conexión emocional con el resto de los participantes.
Como nos explica Fernando, una Comunidad Profesional de Aprendizaje es un grupo de educadores que se reúne periódicamente, comparte conocimientos y trabaja en colaboración para mejorar las habilidades de enseñanza y el rendimiento académico de los estudiantes. Este término también se aplica a las escuelas o facultades de enseñanza que utilizan la colaboración en pequeños grupos como forma de desarrollo profesional.
Las características de una Comunidad Profesional de Aprendizaje son:
Tiene un enfoque en el aprendizaje, teniendo claro en qué aspecto o enfoque se quiere trabajar, con el objetivo de ayudar a todos los estudiantes a aprender.
Sus integrantes trabajan de forma interdependiente para lograr objetivos comunes y generar una cultura de colaboración.
Existe una búsqueda colectiva sobre las mejores prácticas tanto de enseñanza como de aprendizaje para aplicar en el aula.
Se basa en ellearning by doing, orientada a la acción, por lo que genera soluciones rápidas que permitan convertir las aspiraciones en acciones.
Mantiene un firme compromiso por la mejora continua, la inquietud persistente por el statu quo y la búsqueda constante para encontrar una fórmula mejor para alcanzar los objetivos y cumplir el propósito de la organización.
Está orientada a los resultados, la evaluación continua, el análisis de datos y la reflexión contante para favorecer la implementación de las propuestas.
Una Comunidad Profesional de Aprendizaje puede ponerse en práctica desde la totalidad de una organización comprometida con el aprendizaje continuo, lo que tendríamos representado ya por nuestra propia Universidad, o por equipos más pequeños de profesores que trabajan juntos para mejorar el aprendizaje de sus estudiantes mediante la mejora de la instrucción en el aula.
Peter Senge define las organizaciones inteligentes u organizaciones que aprenden como aquellas que inician un proceso para aprovechar y aprender de sus propias experiencias. En su libro “La Quinta Disciplina” expone aquellas que influyen a la hora de que una organización aprenda. Estas son:
Dominio personal
Modelos mentales
Visión compartida
Aprendizaje en equipo
Pensamiento sistémico
Fernando termina su exposición aproximándonos al concepto de Comunidad de Indagación o Investigación, cuyo modelo conceptualiza la creación de una comunidad virtual de aprendizaje, basada en el constructivismo y la colaboración, para lo que nos referencia los estudios de Garrison, Anderson y Archer (2000).
¿Perteneces ya a una Comunidad para la Innovación en el Aprendizaje?
Os proponemos que, en vuestro próximo encuentro, completéis esta actividad de autoevaluación y reflexión, y os animamos a compartirla con nosotros a través de nuestro perfil de twitter o enviándonosla al correo innovacion@ufv.es.
Si no pudiste escuchar a Fernando Santamaría en directo, tienes la oportunidad de acceder a la charla completa de Comunidades de Aprendizaje pinchando en este enlace.
Desde el Instituto de Innovación UFV, tal y como nos recomendó Fernando, seguiremos trabajando para crear un marco que estructure la creación y el acompañamiento de las Comunidades para la Innovación en el Aprendizaje, sin perder el equilibrio entre la libertad que necesitáis y una sistematización que os permita autorregularos para alcanzar los objetivos de vuestra propia comunidad.
¿Has empezado a crear vídeos docentes, pero no consigues que tus alumnos lo vean? ¿Te esfuerzas para crear vídeos y a cambio tus alumnos se quejan porque consideran que es demasiado trabajo autónomo?
Desde marzo de 2020 la creación y uso de vídeo docente en educación ha crecido entre los profesores universitarios. Los objetivos son variados, sustituir clases interrumpidas por problemas técnicos, realizar clases asíncronas, o aplicar la metodología “Flipped Classroom” (FC). El vídeo es desde hacía unos años la piedra angular de la formación “online” pero había llegado a la enseñanza presencial precisamente a través de esta metodología activa, el FC.
Aunque diferentes estudios avalan los valores educativos de los medios audiovisuales (Koumi, 2006), el vídeo no es eficaz si no cumple con los siguientes elementos: poseer un valor cognitivo que promueva la comprensión y memoria a largo plazo, asegurar el compromiso de los estudiantes y convertirse en una herramienta interactiva que permita un aprendizaje activo (Brame, 2016). Para ello es aconsejable hacer vídeos cortos (6 a 12 minutos), atractivos, con la información relevante bien remarcada, evitando información superflua y con formatos donde se mezcle imagen con explicación verbal. Además, conviene grabarlos con naturalidad, similar a tus explicaciones de clase pero sin repeticiones, hablando más rápido que lento y utilizando si es posible la narrativa, más allá de lo puramente descriptivo.
Lo primero que debes tener claro es el objetivo del vídeo. Si se utiliza como herramienta de la metodología FC lo aconsejable es asignar a tus estudiantes un vídeo por semana. Ten en cuenta que un vídeo de 15 minutos supondría unos 90 minutos de trabajo autónomo para los estudiantes, ya que el visionado incluye la toma de apuntes y la respuesta a preguntas incorporadas en el vídeo o asociadas a una tarea. Convertir el vídeo en una actividad interactiva es esencial pues permite la metacognición del estudiante y aporta información esencial al profesor para la preparación de la clase presencial posterior.
Algunos estudios han demostrado que los vídeos de mayor duración reducen el nivel de compromiso de los estudiantes (los vídeos de más de 12 minutos son visionados en un 20% de su longitud). En el caso de necesitar mayor tiempo para la explicación, trata de fragmentar la información en vídeos de menor tamaño o interrúmpelo con alguna actividad que ayude a integrar la información con los conocimientos previos relacionados. Si el objetivo del vídeo es sin embargo, utilizarlo para una clase asíncrona, puedes asignar más de un vídeo corto a la semana, o utilizar un vídeo largo con interrupciones a través de actividades de comprensión y aplicación.
Volviendo al uso del vídeo para liberar tiempo de la clase presencial, objetivo del FC, ten en cuenta que el vídeo no debería usarse para sumar tiempo de explicación teórica si no para emplear ese tiempo liberado en la realización de actividades de aprendizaje significativo basado en el análisis, evaluación, aplicación o creación. Es decir, es más importante lo que haces con el tiempo de la clase presencial que el vídeo en sí mismo, y precisamente eso ayudará a que el alumno vea el vídeo como algo necesario para el seguimiento de la clase.
Brame, Cynthia J. Effective educational videos: principles and guidelines for maximizing student learning from video content. Life Sciences Education, 15:1-6. 2016.
Koumi, Jack. Designing video and multimedia for open and flexible learning. Routledge. 2006
Para más información sobre el tema puedes visitar nuestra página web
El pasado miércoles 27 de febrero, tuvo lugar el primer Café Pedagógico organizado por el Instituto de Innovación. Este evento, que se repetirá el último miércoles de cada mes, será un momento de encuentro entre profesores con inquietudes pedagógicas en el que reflexionar y debatir, entorno a un café, sobre las diferentes metodologías docentes.
En el primer Café Pedagógico, la metodología a escudriñar fue Agile Learning y el experto que nos acompañó en el debate,José Manuel Sánchez Galán, profesor de CAFyD en la Universidad Francisco de Vitoria, con una experiencia docente en todos los niveles educativos de más de 10 años. José Manuel, pertenece a la asociación Origami, la cual apuesta por una educación e innovación basada en la responsabilidad socioambiental, y comparte su experiencia y actividad docente en su blog sobre Actualidad Pedagógica y canal de YouTube.
Agile Learning, es una metodología que trata de dividir el todo en pequeñas partes, buscando un aprendizaje experiencial, abierto y aplicado. Busca que cada alumno logre su máximo potencial aumentando su confianza y su autonomía en un entorno de aprendizaje enriquecido con tecnologías acordes al constante cambio.
Tablero Kanban
Según la guía sobre la Metodología Ágil los principios de esta metodología son: 1) aprender haciendo equipo; 2) definir la misión e identificar los temas de mayor valor; 3) validación rápida; 4) dar visibilidad y transparencia a la evolución del aprendizaje; 5) mantener un ritmo de trabajo y un feedback constante; y 6) la adaptación. Asimismo, los beneficios más significativos de esta metodología son:
Una clase con aprendizaje ágil, se inicia utilizando Post-it en los que los alumnos comparten sus intenciones y ofrecimientos sobre un tablero KANBAN. Este tablero es una herramienta para visualizar el flujo del trabajo, donde cada columna visualiza un paso del proceso (intenciones, organización de la clase, tarea realizadas, tareas pendientes). Esta gestión del tiempo en el aula mediante el tablero KANBAN facilita la visualización de los objetivos alcanzados y agiliza la toma de decisiones sobre las actividades que se han realizado y se van a realizar, haciendo la clase más democrática y participativa.
Una de las mejores aplicaciones de la Metodología Ágil es su uso para gestionar los trabajos en equipo. En ese caso, el conocimiento es autogestionado por los alumnos, quienes toman todas las decisiones: diseño de sus propias tareas, elección de las partes del proyecto, lo que se incluye en cada tarea, en cada entrega, en qué fechas… El profesor les va corrigiendo a medida que van dando pasos, promoviendo los cambios sobre la marcha y evitando tener que cambiar partes de un trabajo ya terminado. Para estos trabajos en equipo, José Manuel nos recomienda la plataforma Trello, que abre las puertas a la autonomía y la responsabilidad del alumnado.
Además, José Manuel compartió con los asistentes al café la estrategia que utiliza para resolver problemas en el aula. Para ello utiliza una versión del Kanban que llama “Tablero de Maestría comunitaria” y que consta de cuatro pasos: en el primero se ponen las cosas, los actos o las actitudes, que generan algún tipo de conflicto en el aula, por ejemplo, los alumnos que llegan tarde e interrumpen el ritmo de la case; en el segundo se van añadiendo las propuestas de cambio o mejora y toda la clase consensua el cambio que se va a llevar a cabo, por ejemplo, el que llegue tarde tiene que hacer una danza…; en el tercero se analizan dichas propuestas; y en el cuarto se ponen aquellas propuestas que han funcionado para implantarlas como norma en el aula.
Los profesores que asistieron al Café, procedentes de diferentes grados y de enseñanzas no regladas, compartieron sus dudas e inquietudes y pidieron consejos sobre la posible implantación de esta metodología en sus aulas: número de alumnos, material necesario, dificultades en el cambio de las dinámicas de grupo… José Manuel Sánchez Galán, incidió en la importancia de tener creado suficiente material docente como para poder adaptarse a las peticiones de los alumnos. Además, nos ayudó a descubrir en esta metodología, no solo una forma de facilitar el aprendizaje de contenidos, sino, sobre todo, una herramienta con la que explotar el máximo potencial de los estudiantes, con la que resolver problemas de comportamiento o motivación la que enseñar y con la que evaluar competencias.
José Manuel Sánchez Galán
Como conclusión a este café Pedagógico, quienes han utilizado esta metodología argumentan que el aprendizaje es más significativo y abierto, y que el trabajo en equipo desarrolla el diálogo, la argumentación y el pensamiento crítico. Además, los alumnos aprenden a resolver problemas y a reflexionar con el objetivo de la continua mejora en sus habilidades y capacidades. Como ya hemos dicho, la metodología Agile Learning busca que cada alumno logre su máximo potencial aumentando su confianza y su autonomía en un entorno de aprendizaje colaborativo enriquecido con herramientas digitales en concordancia con los avances tecnológicos.
El pasado día 22 de abril, tuvimos el placer de conversar sobre evaluación en tiempos de confinamiento con Carlos Magro, vicepresidente de la Asociación Educación Abierta e investigador colaborador en proyectos transformadores en el ámbito de la educación.
La charla, «Evaluar en tiempos de confinamiento» con Carlos giró entorno a tres ejes: el proceso de la evaluación en educación en general y en el entorno universitario en particular, lo efectos de la situación actual sobre el sistema educativo y las recomendaciones para llevar a cabo la evaluación no presencial.
Para enfrentarnos a esta nueva situación en la que nos ha colocado la Pandemia, lo primero que nos propone Carlos es repensar por completo nuestra práctica.
Vivimos en una sociedad que valora mucho lo competitivo y lo acreditativo, que se ha construido, como decía Hanson hace más de 20 años, sobre la capacidad de respuesta a los test. En la Universidad, dado su elevado componente de certificación, esta clasificación o selección para el mercado laboral se lleva a extremos, y es en momentos como el actual en los que se hace más evidente la necesidad de replantearnos este sistema. Porque ¿es realmente el estudiante mejor preparado para superar los test el que más ha aprendido, el mejor preparado?
En la situación de incertidumbre que nos ha traído esta pandemia debemos plantearnos preguntas muy básicas y nada nuevas: ¿Es evaluar un proceso objetivo o cada vez que evaluamos estamos asumiendo unos valores determinados? ¿Somos conscientes del valor de la evaluación? ¿Somos conscientes de sus consecuencias pretendidas y de cómo condiciona cualquier evaluación al proceso de enseñanza/aprendizaje?
La respuesta de Carlos es clara, evaluar no es un proceso técnico, sino un proceso cargado de valores, un proceso ético. Porque por muy objetiva que queramos hacerla, la evaluación nunca es neutra pues está condicionada por condicionamientos sociales, nuestros valores y por la trayectoria de vida de docentes y estudiantes.
Paradójicamente, la evaluación ha quedado fuera en la mayoría de los procesos de mejora e innovación educativa de los últimos años. Hemos innovado en metodologías, en herramientas, en escenarios de aprendizaje, pero seguimos evaluando igual, por lo tanto, no hemos cambiado nada. Miguel Ángel Santos señalaba hace más de 20 años que “aunque la finalidad de la enseñanza es que los alumnos aprendan, la dinámica de las instituciones hace que la evaluación se convierta en una estrategia para que los alumnos aprueben” (Santos Guerra, 20 paradojas de la evaluación del alumnado en la Universidad Española. 1999). Y es que, si la evaluación focaliza su interés en los resultados, estos podrán mejorar sin que lo haga necesariamente el aprendizaje (Gordon Stobart, Tiempo de Pruebas. 2010).
La evaluación, por tanto, no debe considerarse un proceso aislado posterior a la enseñanza. Para Carlos Magro, enseñanza y evaluación son lo mismo, entre ambas hay una correlación absoluta. Nuestra manera de evaluar determina la forma de aprender de nuestros estudiantes. La evaluación condiciona el qué y el cómo aprenden. Y es que el propósito más importante de la evaluación no es demostrar, sino perfeccionar (Sttufflebeam y Shinkfield, Evaluación sistémica. guía teórica y práctica. E. Paidos, 1987). Un buen sistema de evaluación es aquel del que el estudiante no puede escapar sin haber aprendido (Elena Cano, Aprobar o aprender. Estrategias de la evaluación en la sociedad en red. 2012).
Probablemente la manera más sencilla que tenemos de saber qué tipo de educación ejercemos es saber qué tipo de evaluación hacemos. La evaluación pone de manifiesto todas nuestras concepciones docentes sobre el sentido de la Universidad, la naturaleza del proceso de enseñanza, nuestro papel como docentes, la relación profesor/alumnos… Precisamente, una investigación dirigida por Fernando Trujillo durante el confinamiento ha demostrado que las concepciones que tienen los docentes influyen mucho en la forma en la que piensan cerrar y evaluar este curso. Se podría decir por tanto “Dime cómo evalúas y te diré qué tipo de profesor eres”.
En palabras de Carlos esta pandemia está siendo el espejo de las costuras rotas de nuestro sistema, ha destapado las cosas que no dan más de sí de nuestras prácticas, evidencias que, si bien muchos tenían claras, la situación actual coloca en el extremo ante las decisiones que debemos que tomar. Por ejemplo, en la Universidad ¿estamos fomentando aprendizaje o estamos forzando la parte más certificadora?
Por otro lado, esta situación ha puesto de manifiesto la gran brecha que hay en ocasiones entre la administración y la realidad de estudiantes y profesores. Situaciones como la diversidad y la desigualdad presente en nuestras aulas requieren ahora mayor atención.
¿Qué hacemos entonces para cerrar el curso?,¿Cómo evaluamos?
Es obvio que no existe una solución universal para el diseño de un procedimiento de evaluación no presencial, pero Carlos nos insta a cuestionar los procedimientos y herramientas. No se trata de trasladar la evaluación que hacíamos en presencial al remoto. Y tampoco debemos obsesionarnos solo con la vigilancia del examen. Si nuestro paradigma es la vigilancia y el control, nuestros estudiantes encontrarán maneras para hackaerlos, pues la tecnología no es robusta. Si andamos el camino de la vigilancia y el control nos pueden responder por el otro lado con los mismos mecanismos de tecnología para escapar a las mismas. Así que nuestros esfuerzos, nuestras energías, deben focalizarse en el qué y cómo evaluar, más que en esa vigilancia.
En base al “Informe sobre procedimiento de evaluación no presencial. Estudio de implantación en las Universidades españolas y Recomendaciones” (CRUE, 16/4/2020), informe que ha utilizado la propia UFV para realizar su guía de evaluación, las recomendaciones que nos hace Carlos para afrontar la evaluación en remoto son las siguientes:
Ser flexible a la hora de preparar la evaluación.
Tener en cuenta aspectos metodológicos, pedagógicos, normativos, de protección de datos, tecnologías, brechas y desigualdades digitales…
Tener en cuenta que un modelo de evaluación no presencial no es lo mismo para cada asignatura y para los diferentes cursos. Revisar el sistema de evaluación de cada asignatura, especificar los cambios introducidos e informar a los alumnos de los mismos.
No complicarnos la vida con la tecnología. No usar tecnologías no probadas anteriormente.
Diversificar los medios de evaluación, dando más peso a la evaluación continua, si la hubiese.
Complementar la evaluación con escenarios síncronos y asíncronos.
Distribuir el peso de manera que la evaluación sea integral, evitando acudir a una única prueba final.
Evaluar sobre la base de una rúbrica con criterios de corrección precisos.
Incluir en las pruebas de evaluación alguna retroalimentación, supervisión y/o seguimiento.
Noelia Valle (Apuntes recogidos con las palabras de Carlos durante su charla)
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