Storytelling. La importancia de las historias en el aula
Durante mucho tiempo pensé que “anthropos” significaba “el que mira a las estrellas”, en lugar de “el que analiza y da un sentido a lo que mira” o, simplemente, “humano”. Ya, era joven y crédulo.
Pero para mí tenía sentido que fuese lo de las estrellas. Cualquier ser vivo puede mirar y ver un árbol, una piedra o cualquier cosa que se cruce por su camino, pero, hasta donde sabemos, solo el ser humano busca explicación a todo, especialmente a las estrellas. Esto me llevaba a otro punto sumamente importante: el ser humano es el único ser vivo capaz de contar historias y transmitir así muchos conocimientos. Y las estrellas cuentan historias, unas historias que sólo nosotros podemos transmitir. Por eso considero que el storytelling en el aula, por muy técnica que sea la materia, es muy importante. Dejad que os lo cuente.
Mirad cualquier noche al cielo. Si es en algún sitio lejos de la ciudad, mejor. En el campo, en la playa, en la montaña (y llevaos una rebequita, que refresca). ¿Qué veis, si el cielo está despejado y a la luna no le ha dado por salir? Ya te digo yo que, en condiciones óptimas de oscuridad, verás unas 9000 estrellas sobre tu cabeza. Y echándole un poco de imaginación, podrás distinguir perfectamente las numerosas constelaciones que desde hace milenios han guiado en las noches a miles de navegantes que se adentraban en lo desconocido.
Hay quien te puede sacar una lista interminable de nombres científicos con los sistemas, las estrellas, los brillos, que si son planetas o no, y demás datos, pero otros muchos verán a Orión enfrentándose a Tauro, el eterno defensor de las jóvenes Pléyades (aunque, si nos vamos más atrás en el tiempo, la historia sería la del enfrentamiento entre Gilgamesh y Gugalanna). O cómo Andrómeda fue encadenada lejos de todos, víctima de una discusión entre su madre, Casiopea, y Poseidón. No olvidar a Calisto, la Osa Mayor, ni a Árcade, su hija, ambas convertidas en osas y lanzadas al cielo. Y en las osas está la famosa y vital estrella polar, única guía de todo aquel que tuvo que viajar tiempo atrás en las noches oscuras.
Todo aquel que mire al cielo y tenga un poco de conocimiento podrá no sólo ver casi diez cuerpos celestes distintos, sino que gracias a las historias que ha escuchado podrá identificar con mayor facilidad aquellas señales nocturnas que le permitan saber dónde está. Porque, tiempo atrás, el conocer estas historias e identificar puntos como la estrella polar o la Cruz del Sur era lo que diferenciaba a un buen navegante de alguien al que no se le volvía a ver. Y era gracias a estas historias, transmitidas en su mayoría de boca en boca, que la gente era capaz de sobrevivir.
La otra opción era identificar a lo bruto los cuerpos celestes importantes. Porque sí, también se puede aprender astronomía “por las bravas”, pero por lo general es más fácil recordar que Sagitario es la corona que siempre se le caía al sátiro Croto cuando aplaudía embelesado tras la actuación de sus “ahijadas”, las ninfas, que limitarse a dar una lista de datos interminable, toda llena de grados, minutos, segundos, latitudes y longitudes sin ningún tipo de información más allá de la formal.
Y vale que ejemplificar con el tema de las estrellas igual no es la mejor metáfora, porque saber que el corazón de Sagitario está formado por un agujero negro supermasivo situado en el centro de nuestra galaxia, que por su grandísima gravedad engulle partículas y planetas por igual, y que sus emisiones de rayos x pueden generar estrellas nuevas, es también brutalmente interesante, pero cuando llega el momento de leer “está a 26mil años luz”, o “su masa es de nosecuantos millones de veces la masa del Sol”, se pierde un poco la magia, pues son cifras que no somos capaces de concebir. Más que nada porque, por lo general, no somos físicos teóricos.
Por eso, como alguien que se quedaba embelesado con las historias y es capaz de recordar los cuentos que le contaban en su más tierna infancia, pero que ha olvidado por completo algo que tuvo que memorizar a lo bruto hace unos años para regurgitarlo en un examen que luego no te aporta nada más allá que una nota (recuerda, querido profe, EVALÚA, no califiques), prefiero mil veces un buen storytelling a una lista de la compra. También entiendo que no siempre es posible contar una historia en lugar de seguir el libro de texto, pero creo firmemente que eso hará mucho más valiosas y atractivas las sesiones de clase que cuenten esas historias, esas ficciones que hagan la realidad un poco más llevadera.
Así, igual que el cielo nocturno de una agradable noche de verano te darás cuenta de que, incluso en la hora más oscura, siempre hay luz a nuestro alrededor.